lunes, 24 de febrero de 2014

Definición e historia del término "Filosofía Perenne". Parte IV


Resulta imprescindible abordar la figura del gran escritor Aldous Huxley (1894- 1963) si queremos continuar acercándonos al concepto de “filosofía perenne”. A él le debemos una obra de título homónimo, escrita en 1945, y cuyas primeras líneas transcribimos seguidamente:

Philosophia Perennis: la frase fue acuñada por Leibniz; pero la cosa –la metafísica que reconoce una divina Realidad en el mundo de las cosas, vidas y mentes; la psicología que encuentra en el alma algo similar a la divina Realidad, o aun idéntico con ella, la ética que pone la última finalidad del hombre en el conocimiento de la Base inmanente y trascendente de todo el ser-, la cosa es inmemorial y universal. Pueden hallarse rudimentos de la Filosofía Perenne en las tradiciones de los pueblos primitivos en todas las regiones del mundo, y en sus formas plenamente desarrolladas tiene su lugar en cada una de las religiones superiores. Una versión de este Máximo Factor Común en todas las precedentes y subsiguientes teologías fue por primera vez escrita hace veinticinco siglos, y desde entonces el inagotable tema ha sido tratado una y otra vez desde el punto de vista de cada una de las tradiciones religiosas y en todos los principales idiomas de Asia y Europa.




Aldous Huxley


El libro de Huxley consiste en la recopilación y comentario de escritos de muy diversas épocas y provenientes de todas las tradiciones espirituales del mundo. El autor utiliza esos textos a modo de ilustraciones, mostrando con ellos como la divina Realidad, que es Una en su esencia, se expresa de formas diferentes a lo largo de la historia, pero manteniendo intacto su mensaje primordial.
Huxley habla de una base inmanente de la cual formamos parte pero que también está fuera de nosotros. Llegar a contemplarla y experimentarla en nuestro interior, comprobar como aquello inmanente que hay allá fuera es igual a lo que hay dentro de uno, es lo que podemos llamar una experiencia mística.
En este sentido, Huxley dirige una seria crítica hacia el mundo moderno que hemos creado. Una sociedad de consumo, de cultura de masas, un reino de la cantidad, en donde la falta de amor lleva al ser humano a un alejamiento de esas profundidades en las que se puede experimentar la inmanencia. El libro de Huxley vendría a ser, en este sentido, una ventana abierta a la Tradición, a los textos que pueden inspirar a las almas a buscar de nuevo la Realidad en todas y cada una de sus ramificaciones.

Así, en “La Filosofía Perenne” de Huxley,  en términos de total igualdad, pasan delante de los ojos y del corazón del lector escritos de Santa Catalina de Génova, Ansari de Herat, Rumi, San Agustín o Lao Tse en los que se trata, por ejemplo, del amor y de la Caridad, sin que haya ningún tipo de diferencia substancial entre ellos. Si las citas no fueran acompañadas del nombre de su autor, casi podríamos pensar que han sido concebidas por el mismo espíritu. Y tal vez es así, pues seguramente el espíritu también es Uno y aunque se individualice en cada sujeto, es nuestra parte más cercana a lo trascendente. De manera que cuando el espíritu, a través del individuo, se pronuncia sin apenas filtros, es natural que diga lo mismo en un sutra del buddhismo, en un versículo del Evangelio o en un sura del Corán. Tendremos, no obstante, tiempo de matizar todas estas apreciaciones.
Por ahora nos bastará con recomendar encarecidamente la lectura de este bello y profundo libro. Y para que no hayan excusas facilitamos seguidamente un link que dirige a un pdf con el texto íntegro de la obra que hemos recomendado:



Disfrutadlo! 

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