Resulta imprescindible
abordar la figura del gran escritor Aldous Huxley (1894- 1963) si queremos
continuar acercándonos al concepto de “filosofía perenne”. A él le debemos una
obra de título homónimo, escrita en 1945, y cuyas primeras líneas transcribimos
seguidamente:
Philosophia Perennis: la frase fue acuñada por
Leibniz; pero la cosa –la metafísica que reconoce una divina Realidad en el
mundo de las cosas, vidas y mentes; la psicología que encuentra en el alma algo
similar a la divina Realidad, o aun idéntico con ella, la ética que pone la
última finalidad del hombre en el conocimiento de la Base inmanente y
trascendente de todo el ser-, la cosa es inmemorial y universal. Pueden
hallarse rudimentos de la Filosofía Perenne en las tradiciones de los pueblos
primitivos en todas las regiones del mundo, y en sus formas plenamente
desarrolladas tiene su lugar en cada una de las religiones superiores. Una
versión de este Máximo Factor Común en todas las precedentes y subsiguientes
teologías fue por primera vez escrita hace veinticinco siglos, y desde entonces
el inagotable tema ha sido tratado una y otra vez desde el punto de vista de
cada una de las tradiciones religiosas y en todos los principales idiomas de
Asia y Europa.
Aldous Huxley
El libro de Huxley
consiste en la recopilación y comentario de escritos de muy diversas épocas y
provenientes de todas las tradiciones espirituales del mundo. El autor utiliza
esos textos a modo de ilustraciones, mostrando con ellos como la divina
Realidad, que es Una en su esencia, se expresa de formas diferentes a lo largo
de la historia, pero manteniendo intacto su mensaje primordial.
Huxley habla de una base
inmanente de la cual formamos parte pero que también está fuera de nosotros.
Llegar a contemplarla y experimentarla en nuestro interior, comprobar como
aquello inmanente que hay allá fuera es igual a lo que hay dentro de uno, es lo
que podemos llamar una experiencia mística.
En este sentido, Huxley dirige
una seria crítica hacia el mundo moderno que hemos creado. Una sociedad de consumo,
de cultura de masas, un reino de la cantidad, en donde la falta de amor lleva
al ser humano a un alejamiento de esas profundidades en las que se puede
experimentar la inmanencia. El libro de Huxley vendría a ser, en este sentido,
una ventana abierta a la Tradición, a los textos que pueden inspirar a las
almas a buscar de nuevo la Realidad en todas y cada una de sus ramificaciones.
Así, en “La Filosofía
Perenne” de Huxley, en términos de total
igualdad, pasan delante de los ojos y del corazón del lector escritos de Santa
Catalina de Génova, Ansari de Herat, Rumi, San Agustín o Lao Tse en los que se
trata, por ejemplo, del amor y de la Caridad, sin que haya ningún tipo de
diferencia substancial entre ellos. Si las citas no fueran acompañadas del
nombre de su autor, casi podríamos pensar que han sido concebidas por el mismo
espíritu. Y tal vez es así, pues seguramente el espíritu también es Uno y aunque
se individualice en cada sujeto, es nuestra parte más cercana a lo
trascendente. De manera que cuando el espíritu, a través del individuo, se
pronuncia sin apenas filtros, es natural que diga lo mismo en un sutra del
buddhismo, en un versículo del Evangelio o en un sura del Corán. Tendremos, no
obstante, tiempo de matizar todas estas apreciaciones.
Por ahora nos bastará con
recomendar encarecidamente la lectura de este bello y profundo libro. Y para
que no hayan excusas facilitamos seguidamente un link que dirige a un pdf con
el texto íntegro de la obra que hemos recomendado:
Disfrutadlo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario